Diario De Una Loca Sin Motivos.

Y hoy más que nunca me he despertado con unas ansias, con un frío que me arrebata el alma pero con pocos deseos de salir de esta habitación, de estas cuatro paredes que por tanto tiempo han sido mi protección, y ahora, como una fuerte ventisca, un par de brazos entran sin previo aviso por mi balcón... Aunque ya son conocidos, son un tanto ajeno para mi suspiros, son un tanto confortables para mis dolencias y son un tanto tranquilizantes para mis demonios.

Es tan extraño para mi este sentimiento que me invade el cuerpo, que logra llenar cada espacio vacío que me atormenta en mis sueños, que logra calentar a esta alma muerta y fría, extraña y perdida, que no hacía nada más que perderse entre el tiempo y el espacio, entre personas nunca antes vistas, personas desconocidas para esta soledad absurda que vive en mi cada mañana, cada anochecer, cada suspiro, cada sonrisa, cada lágrima y en cada caricia. Ahora, yo misma me pregunto ¿Por qué estás aquí?... Por qué estas manos me hacen sentir tan segura y me hace olvidar el extenso vacío perturbador que crece como flor en mi alma?, Por qué cada vez que sus brazos me arropan siento una paz tan profunda y tan extraña?, ¿Acaso estoy soñando despierta?... Acaso mis demonios me andan engañando de nuevo para volver a caer una vez más?, Acaso existe alguien que quiera querer a este ser sin significado alguno, sin existencia verdadera en el plano terrenal?.

A veces, hasta aquellas preguntas sin terminar y sin respuestas son las que me apuñalan y me hacen perder la cabeza, me hacen perder la poca razón que me queda, hacen que tiemblen mis dedos al escribir sobre algo que ya ha perdido la lógica... Pero, todavía me pregunto si ¿Realmente te he olvidado?. Por más que me han abrigado tantos brazos ajenos a mi realidad, no sabría a la final si realmente te he olvidado, aunque hasta ahorita mismo le recuerdo y le suspiro, no sabría qué pasaría si de hoy para mañana te consigo, vagando, o tal vez, riendo con alguien entre tus brazos, por esas calles en las que solíamos pasear, en las que solíamos compartir miradas... Pero más que miradas, eran frases de amor eternas que retumbaban entre nuestras pupilas, entre mi reflejo en su mirada y su reflejo en la mía.

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