Lo Que Nunca Fuimos, Pero Siempre Seremos.

Tal vez les resulte algo estúpido e incoherente las noches que he pasado a oscuras en medio de soledades agobiantes pensando en volver a verle. Y, pensar en todas las probabilidades existentes de poder encontrármelo entre las calles. Me hace perder la cabeza. Me hace ahogarme en una locura interminable y, cuando me doy cuenta, siento algo correr por mi mejilla, una absurda lágrima por alguien que hace tiempo se fue y no regreso, no volverá, por más que mis brazos le extrañen y mi alma ya no toleré este frío, por más que mis labios deseen besarle los suyos, por más que mi corazón le extrañé y grite su nombre en el vacío. Jamás lo haré regresar, y él jamás sabrá que le espero.

Sus brazos era lo más cálido que pude experimentar. Era lo que más me gustaba de su alma. Esa calidez que se apoderaba de mi cuerpo y me adormecía, me hacía olvidar los malos recuerdos y toda tristeza que gobernaba mi mundo. Ahora, sólo quiero que vuelva y abrazarle por horas, por toda una vida. Ahora sólo consigo amarguras en esta eterna soledad. Ahora mi insomnio ya no me deja ni respirar, me hace revivir cada momento, recordando perfectamente como mis dedos pintaron sus ojos con acuarelas resplandecientes, que hacían juego con el color de su alma y con sus labios sonrientes… Mírame ahora, no soy más que un árbol que el viento se ha llevado sus hojas, que se ha marchitado porque no existe nadie que le riegue, que ahora sólo es un simple árbol seco y sin flores, triste y desolado, que ni los rayos del sol logran alcanzarle en lo más mínimo.

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