Desde Ese Instante.

   Desde que vives en mis días, la monotonía absurda se ha esfumado como un soplo, como el viento al susurrarle y confesarle cómo vuelves loco; a este corazón... Y desde hace varías lunas, suelo suspirarle al cosmos lo infinito que eres en mi constelación, y desde ese mismo instante, ya no hace falta la soledad aquí en mi habitación.

   Ahora, sus buenos días y sus buenas noches se volvieron mi pan de cada día, se transformaron en lo más perfecto que tengo en mi vida, en lo que cada noche me hace soñarle y en lo que cada día me hace extrañarle, aun cuando le siento cerca. Y es que ¿Cómo se puede extrañar de esta manera? Y aunque su ausencia es lo que más logra herirme, es su amor lo que me mantiene realmente viva.

   De mis labios brotan siempre sonrisas al saber que todo lo que ocurre en mi pecho; a él también le sucede, al saber que todo mi mundo se convierte y se resume en una simple persona. Desde ese instante, elimino lo que sobra y sólo queda su mirada. Desde ese instante, sus manos se volvieron en todo lo que deseo, su recuerdo; lo único latente que me mantiene atada a la tierra, ya que la gravedad se perdió desde que le tengo en mis días, y sus brazos; lo único capaz de arroparme y de eliminar todo el mal que a mi alrededor habita, lo único capaz de salvarme cada día...

   Y es que, ya no quedan dudas de lo que hace varios meses ha surgido en mi corazón. Aquello, que poco a poco le ha devuelto el sentido perdido a mi vida; y que nunca pensé que iba volver a vivir. Aquello que hace que el tiempo se detenga, que cada día por más gris que sea, consigue magnificar todo instante que emerge en él, al saber que le tengo cerca, al saber que día a día tú me vuelves a elegir... Como yo te elijo a ti.

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