Nosotros, Nuestros.


Como alma navegante entre mentes vacías y sin pertenecerse a ellos mismos, me despegué de seres que me detenían y me mantenían en el pasado, en vez de hacerme suspirar mientras caminaba por el mundo.

Empecé a alejarme de todo aquello que me hacía daño, que obscurecía y adormecía mi espíritu, que ahuyentaban lo lindo de la vida... Desde una simple sonrisa hasta aquella brisa que se asoma por la ventana, antes de una buena taza de café que nos despierta cada día, en cada amanecer.

Caminaba sin mirar a los lados, sin detenerme por nadie, hasta que sin previo aviso, alguien tropezó en mi transitar, haciéndome abrir los ojos, agudizándome los sentidos, convirtiendo lo efímero y pasajero en algo duradero, real e inclusive en algo eterno...

Algo que va más allá de lo que puede alcanzar nuestra vista al mirar aquel horizonte lejano, más allá de las montañas que acostumbraba ver, más allá de respirar; es lograr que nos hagan sentir realmente vivos.

Sentirse pleno, escapar de los miedos, explorar nuevos lugares, dejar escapar sonrisas entre cada beso, dejar ir el pasado como agua entre los dedos.

Sin olvidar quiénes somos ni de dónde venimos. Sin olvidar que la mejor atadura es aquella donde el corazón consigue su pertenencia al lado de un alma que refleja su misma esencia, donde los dedos compaginan como engranajes de un reloj, logrando borrar el mismísimo tiempo, logrando esfumar lo malo que existe a nuestro alrededor, haciendo vibrar cada célula de nuestro cuerpo, mientras navegamos en la vida que fluye cuando dos almas de verdad se quieren...Como nosotros dos.

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